En dos semanas, esa herida que sangró tanto, ya casi ni existe. Es una pequeña marca rosita, que solo yo noto. Cicatrizó rápida y limpiamente. Sin dolor y sin dejar más que una pequeña huella. Pero qué pasa con esas heridas un poco más internas, las llamadas heridas del corazón? Esas que nadie ve, pero que producen un dolor enorme, desgarrante. Dolieron más que cualquier lastimado y cicatrizaron de una manera más lenta y dolorosa. Dejaron de sangrar rápidamente, incluso el dolor desapareció. Pero quien te hiere una vez, es capaz de hacerlo de nuevo. “Yo te tengo que decir la verdad también” Una frase tan simple como esa me paró el corazón. Pocas horas para finalizar el primer día del año (¡qué día!) y ya había vuelto al ataque, para reabrir todas esas heridas que lentamente habían ido convirtiéndose en cicatrices. Me creía en el cielo, tenía todo lo que quería. Y fue entonces cuando dejé de pensar. Cuando me dejé llevar y le permití a mi corazón controlar a mi cabeza. Es el primer y único recuerdo feliz que tengo de una tarde gris. Esa tarde de Enero, en la que la lluvia recién paraba. Esa tarde en la que volví a casa con los pies mojados y el corazón latiendo acelerado. Más tardes, más recuerdos. Miles de sensaciones albergadas, de palabras archivadas que ahora duermen en lo más profundo, junto con tantas otras cosas, cubiertas de pelusas. Y creía que junto con esos recuerdos, todos los sentimientos estaban en el fondo, ya superados. Pero en realidad estaban en el fondo latentes, listos para volver a la superficie cuando yo menos me lo esperara. Un capítulo de una serie, una frase de un libro, un verso de una canción, cualquier cosa era suficiente para que estuviera presente por horas, por días hasta por semanas. Es tan fácil disimular todo con una simple sonrisa y decir que está todo bien. Pero había vuelto para reabrir esas heridas que estaban sanando. Y ahora es el momento de la cicatrización lenta y dolorosa. Ahora es cuando me duele y cuando realmente necesito algo que adelante el proceso, algo tibio y suave que sea capaz de cicatrizar esas heridas que sangraron por meses. Pero después de tanto tiempo ya me acostumbré al dolor y llegué a encontrarlo exquisito. No. No estoy lista para dejarlo ir. Pero no puedo dejar de preguntarme si en realidad amaba a Big o era adicta al dolor, al dolor exquisito, de querer a alguien tan inalcanzable. No dejaba de preguntarme si sería capaz de decir que no, cuando la tercera vez llegara. Si dos semanas son suficientes para que una cicatriz en el tobillo sane por completo, por qué dos años no fueron suficientes para que las heridas del corazón cicatrizaran?
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