1.2.11
Prohibido olvidar.
Y se siente tan bien escucharte hablar de nuevo. Tenía miedo de olvidarme de tu voz. Me la imaginaba al leer los mensajes, me di cuenta que siempre los leo pensando en como sería en las películas, como si los estuvieras leyendo en voz alta. Pero no es lo mismo que escucharte hablar. La memoria es traicionera. Los recuerdos se modifican segun lo que queremos recordar. Y ahi estabas, en el distribuidor de los cuartos y el baño, con el pijama bordeau, el pelo recogido y el bronceado más divino que vi en mi vida. No se como me saludaste, ni como lo hice yo. Pero eras tal cual te recordaba, la memoria no me había traicionado. Tampoco había pasado tanto tiempo, pero despues del gran contacto que habíamos estado teniendo, diecisiete días pueden parecer una eternidad. Y escuchaba, entre nostálgica y feliz, todo lo que me había perdido, mirando ese rostrito que se parece cada vez mas al tuyo.Y entonces presencié un reto tuyo de verdad, por alguien quien te importa y miraba de un lado para otro, sin saber que hacer. Y en esa mesa redonda, por la que ya pasé por cada una de las sillas, en medio de un momento incómodo, te veía pecar. Comer una factura con crema hablando de dos kilos menos suena un poquito contradictorio. Pero yo observaba, como hablabas, como te enojaste en menos de un segundo. Era inevitable no mirarte, estabas al frente mio, pero de todas formas lo disimulaba, aunque toda mi concentración estaba en tus manos. Como cambiaron! El color, el tamaño. Los anillos. Siguen teniendo rastros de lo que alguna vez fueron, de lo que alguna vez conocí y adoré, pero cambiaron mucho. Entonces pensé que no sentía la necesidad de abrazarte, como lo hago cuando no estás. Y se me ocurrió la idea de que no te quiero tanto como antes, o de que no se si realmente te quiero. Quizás como tus manos, el cariño había cambiado. No era lo mismo que antes, pero quedaban rastros de lo que alguna vez fue. Me levanté y me fui, terminé jugando una carrera de autos, en la que era un desastre y nos reíamos a carcajadas, y vos sin saber de qué nos reíamos tanto llegaste con gran sorpresa, como si tres personas de diferentes edades no pudieran compartir una tarde riendo. Y todas mis dudas sobre el cariño que siento por vos desaparecieron en el balcón. Se las llevó el viento de la tormenta que estaba por venir, y lo hizo lejos, muy, muy lejos. Cuando me permito recordar esos pequeños momentos compartidos, me doy cuenta que no puedo dudar. Te quiero cuando estás conmigo y cuando no, incluso si te idealizo un poco, incluso si no me querés como yo a vos. Queda prohibido olvidar y dejar de querer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario