"No podemos seguir haciendo esto" dijo mientras nuestras manos se rozaban por sobre la mesa. Nos abrazamos hasta el auto, protegiéndonos del viento frío. Dolía, pero dejarlo dolía más y lo sabíamos. Dos horas, hundiéndome en el dolor más grande del mundo. Realmente, dejarlo dolía más; mucho más. Todavía se encontraba conmigo, su perfume seguía en el aire, en mi ropa, rodeando todos mis sentidos, pero me faltaban sus brazos alrededor de mi cintura. "No podemos hacernos esto, perdón" Y estoy entre sus brazos de nuevo, pero como nunca antes y el dolor de las horas anteriores ya no existe. Jamás había sido tan feliz, jamás me había sentido tan viva."No podemos seguir haciendo esto" dije mientras nuestras manos se rozaban en el espacio que separaba los asientos del auto. La lluvia golpeaba contra el parabrisas mientras hacía un esfuerzo descomunal para que mis ojos no decidieran que iba a llover también. Dejarlo dolía, dolía mucho más de lo que pensé. Sus brazos me envolvieron y por un momento todo volvía a ser perfecto, pero el espacio entre nuestros cuerpos creció y el dolor y el miedo volvieron a invadirme. Diez horas. "No podemos hacernos esto, perdón" Y estoy entre sus brazos otra vez. Nuestras risas y su perfume invaden el aire. Sus ojos están fijos en los míos y vuelvo a sentirme viva. Somos uno y haría cualquier cosa porque momentos como ese durarán por siempre."No podemos seguir haciendo esto" dijimos, pero esta vez nuestras manos no se rozan. Son letras en una pantalla las que dan final a nuestra relación. Y las palabras dulces suplantan a los besos de despedida y a los abrazos que entre líneas dicen no me sueltes. Es todo tan natural y tan maduro que duele más. Podríamos habernos 'gritado', podríamos haber dicho que no queríamos vernos nunca más. Pero, nos dedicamos canciones y poemas; y se vuelve todavía más difícil decir adiós. Más de 86 horas y no hubo ningún "No podemos hacernos esto, perdón". Y esta noche, mataría por volver a encontrarme entre sus brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario