Olvidar nunca me resultó algo fácil. Mi vida se caracterizó por intentar olvidar cosas y personas que estaban demasiado presentes y por forzosos intentos de no olvidar lo efímero.
Ahora, todo es una constante lucha entre Recordar y Olvidar. Porque no quiero dejarte ir pero a la vez sé que necesito hacerlo para poder seguir. Intento olvidar las calles que recorrimos y todos los lugares a los que entramos. Intento olvidar las esquinas en las que nos besamos y las calles en las que caminamos tomados de la mano. Intento olvidar tus hábitos y tus perfumes, para no compararlos con los del resto. Pero al mismo tiempo, me esforzaba por recordarlos, totalmente incapaz de dejarte ir.
"Eventualmente, olvidarás el color de mis ojos y yo olvidaré el de los tuyos" pero los colores es fácil de describirlos con palabras, inmortalizarlos con la escritura. Esa perfecta mezcla de verde y celeste, con un sol amarillo en el medio, que parecía iluminarlo todo. Las fotos ayudan a recordar, y aunque las tuyas estén guardadas dentro de cinco carpetas que le dificulten al resto encontrarlas, para mi sigue siendo fácil. No voy a olvidar el color de tus ojos. Pero de repente, un sábado lluvioso intento recordar tu voz murmurando mi nombre, hablándome al oído. "Pilar" puedo acordarme la manera en la que remarcabas la R y como sonreías al decirlo pero el tono de tu voz escapa mi recuerdo. No hay fotografías que inmortalicen tu voz, ni palabras que la describan. Y por más que intente recordar tus palabras, el sonido de tu voz no las acompaña.
Y aunque me esforzaba por Olvidar, hubiese querido que en esta guerra ganara Recordar.
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