Tenés miedo a querer, a entregarte. Te asusta demostrar sentimientos casi tanto como parecer débil. Me arriesgo a decir que incluso te asusta la idea de parecer humano. Te escondés detrás de tanto intelecto, de pilas de conocimiento que parece no terminar jamás. Tus lentes y tus libros son tu carcasa, buscando en ellos una forma de ignorar lo que sentís, de no enfrentar tus inseguridades.
Sabés cómo ser dulce, de una manera indirecta, sin empalagar con declaraciones eternas o excesivos "Te quiero"s. Pero no puedo decir que sos solo vos; yo tampoco soy una demostración de afecto por segundo. Supongo que funcionábamos bien así. Y aunque lo hayamos repetido muy pocas veces en estos 13 meses; sabés que te quiero y sé que me querés, a pesar de lo "fríos" que podíamos parecer para el resto.
Y un día, sin saber por qué, los dos bajamos nuestras barreras y nos volvemos dos manojos de emociones, que no cesan de repetir "Vení" seguido de "Quiero verte"s. Sorpresivamente, confieso extrañar tu perfume y vos tenerme entre tus brazos. Quizás es la distancia, estos seis meses sin vernos o tu lluvia y mi frío, pero decimos, en pocas palabras, todo eso que callamos por lo que parecieron siglos.
Soy feliz, después de luchar tanto, siento que logré destruir las paredes que te separaban de mí. De una vez por todas, te siento, finalmente 'mío'. Pero mi conquista no dura demasiado; reconstruiste tus barreras con una velocidad que me asombra y asusta. Y volviste a cerrarte y un poco más con cada hora que pasa. Estás cada vez más distante y me duele y me asusta.
Pero sobre todo, me cansa. No pretendas que me pase la vida esperando a que decidas abrirte.
Ya no.
[Hasta nuevo aviso]
No hay comentarios:
Publicar un comentario