El doctor, agotado por el largo día de trabajo, cruzó la puerta de su casa y
sonrió al ver a su esposa; la cual, de cuclillas en el suelo, se sorprendió al
oír la puerta abrirse y soltó abruptamente lo que con esfuerzo sostenían sus
manos. Largos cabellos marrones, que contrastaban con los de ella, cayeron al piso,
provocando un ruido estremecedor. El cuerpo pálido e inerte de su ex mujer
yacía a los pies de la actual.
El rostro del doctor palideció y buscó en los ojos verdes de la mujer con
la que recientemente se había casado alguna respuesta.
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Me
sentí tantas veces comparada con su fantasma, que decidí convertirla en uno…
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