14.8.15

Caminar despacio, evitando que la escalera de madera crujiera. Ya se olvidó la cantidad de veces que hicieron eso. Levanta la cabeza para encontrar la puerta abierta. Se ve claramente una valija abierta en el piso, a medio hacer. Camina con el paso cada vez menos decidido, pensando en cuantas veces vivió eso antes. La nostalgia, a la que se había ido acostumbrando, volvía a calar hasta los huesos. Por fin entendió, que esa vez, la distancia iba a ser distinta. Los kilómetros no habían aumentado, eso nunca había sido problema; pero le preocupaba por primera vez en la vida esa distancia de no tenerse, el vacío de no saberse del otro. Se quedó mirando por la ventana, incapaz de pronunciar una palabra, preguntándose si alguna vez volvería a estar donde estaba. Y al irse, dejó la puerta entreabierta, exactamente como estaba, esperando volver algún día y encontrar las cosas como siempre habían estado.

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